viernes, 6 de noviembre de 2015

Desarrollan el primer audífono digital programable de la Argentina

Un grupo de investigadores del CONICET pertenecientes al Laboratorio de Comunicaciones de la Facultad de Ingeniería de Mar del Plata desarrolló el primer audífono digital y programable que permite a las personas que conviven con discapacidades auditivas mejorar su calidad de vida. Se trata de un dispositivo de asistencia auditiva de producción nacional y de bajo costo que integra las funcionalidades más importantes de este tipo de equipos. El proyecto es dirigido por Jorge Castiñeira Moreira, investigador adjunto de CONICET y fue realizado por Alejandro Uriz, doctor en Electrónica y Becario posdoctoral de CONICET, como parte de su trabajo de tesis. Uriz optó por realizar un trabajo que cubra una necesidad específica que tenga la población en el país. A través de un estudio elaborado a partir de preguntas específicas incluidas en el Censo Nacional 2010 se pudo detectar que en Argentina, alrededor de 300.000 personas conviven con discapacidades auditivas y, en la mayoría de los casos, es imposible encontrar una solución económicamente accesible. Según Uriz, “los audífonos digitales tienen un costo muy alto y no son un artículo producido en nuestro país. Hoy estamos hablando de 3 mil a 5 mil dólares por un audífono digital y las obras sociales a veces no los cubren. Este equipo no sólo viene a resguardar lo básico si no que tiene las características de los mejores audífonos implementados, y además en una tecnología desarrollada en Mar del Plata”. En términos generales, la Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que unos 1.100 millones de jóvenes de todo el mundo podrían sufrir pérdida de audición por una exposición sostenida a ruidos que forman parte de los hábitos cotidianos. Para el desarrollo de este audífono se han estudiado en detalle las funciones de extensor de audibilidad y de tratamiento de acúfenos. “El extensor de audibilidad es lo que permite que una persona escuche lo que sin el audífono no escucharía. Es decir, toma toda la información que está en la zona donde el oído no le responde y la lleva a una zona que escuche mejor”, explica Uriz. Por otra parte, el acúfeno es la percepción de ruidos en el oído que no corresponden con ninguna señal acústica en el entorno. Es descrito a menudo como un zumbido, un pitido, un ruido y puede ser percibido en un oído, en ambos y en la cabeza (con o sin percepción del sonido en los oídos). Varios pacientes asocian el comienzo del trastorno a un trauma sonoro por exposición a sonidos de muy alto nivel, que van desde sonidos del lugar de trabajo hasta el uso reiterado de dispositivos electrónicos como reproductores de música y celulares. Este primer audífono digital programable ha sido desarrollado con el objetivo de ofrecer una alternativa nacional a los individuos que conviven con alguna discapacidad auditiva y requieren una ayuda tecnológica para mejorar su calidad de vida. “Es una técnica que enmascara el pitido que escucha la persona afectada y reduce su percepción, aunque no deja de oír las otras cosas” afirmó Uriz. El audífono posee micro controladores comerciales para que, en el caso de producirse alguna falla pueda ser reparada, evitando su descarte. Además, “un aspecto interesante es que lo podés alimentar ya sea con la batería de audífono o con pilas, por lo tanto, si te quedas sin baterías un fin de semana y no conseguís, podes reemplazarlo por pilas, la idea es que el dispositivo contemple este tipo de situaciones” declaró Uriz. También puede ser programado desde una computadora y reprogramarlo en función de las necesidades y cambios de la condición auditiva que la persona va experimentando a lo largo de su vida. A partir de esto, la ventaja de ser digital y programable es que “el especialista lo puede adecuar a la necesidad y condición de cada persona”, agregó Castiñeira. Este proyecto fue uno de los ganadores del concurso INNOVAR en su edición 2013, realizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, en la categoría Investigación Aplicada. Además, el equipo recibió un subsidio de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) del Ministerio de Educación de la Nación, “Con el financiamiento del SPU compramos maquinarias para construirlo a pequeña escala, pero estamos analizando hacer un convenio con alguna empresa para poder producirlo comercialmente”, afirmó Uriz. Actualmente el audífono digital programable ha sido patentado y la oficina de Vinculación Tecnológica de CONICET Mar del Plata está trabajando en el proceso de transferencia, en búsqueda de interesados en producirlo o en adquirir la patente. Se estima que para mitad del 2016 se estarán realizando las pruebas clínicas para llevar adelante la parte final de este proyecto. Fuente: Prensa CONICET

Sus fotos son la prueba más dramática de que las apariencias engañan

De Benito Kozman | El Viralero – mié, 4 nov 2015 A simple vista, Ste Walker parece un joven normal, común y corriente. Por eso, cuando ocupa el espacio de estacionamiento o el baño para discapacitados provoca no pocas burlas y reprimendas. Pero Walker, un inglés de 24 años, sufre de la enfermedad de Crohn, un severo trastorno del sistema inmunológico que provoca la inflamación del tubo digestivo. Es crónica e incurable. Por lo menos 1,6 millones de estadounidenses la padecen, junto a colitis. Cansado de recibir reacciones negativas y de ver cejas enarcadas cuando usa las facilidades destinadas a los discapacitados, Walker publicó un post en su página de Facebook acompañado de dos fotos: una, donde aparece vestido y otra sin camisa, donde muestra todos los tubos y dispositivos que le ayudan a vivir.
En el post, que ha sido compartido más de 11,000 veces, enumera todos esos dispositivos médicos: un catéter de Hickman, que le sirve para alimentarse; una sonda nasogástrica ryhlls para drenar los contenidos del estómago; una ilestomía o estoma, una apertura para sacar una sección del intestino delgado del abdomen que desemboca en una bolsa de ostomía donde se vierten las heces fecales. Además, Walker padece de otros efectos que la enfermedad de Crohn ha dejado en su salud: en lugar de poseer 20 pies de intestino delgado como una persona normal, tiene sólo 8, y en vez de 5 pies de intestino grueso, sólo posee 3, a causa de numerosas cirugías –unas 80, según dijo al sitio Buzzfeed. Sus riñones no funcionan correctamente ya que a menudo se deshidrata, y una de las arterias del hígado está obstruida. Por si fuera poco, sufre de osteoartritis en las rodillas del prolongado uso de esteroides, gastroparesia por no usar su estómago y síndrome de dolor crónico, además de ansiedad por pasar tanto tiempo en el hospital. El joven no ha podido ingerir alimentos por vía oral en dos años o sólo estado en su casa durante cuatro semanas en los últimos 18 meses pues el resto del tiempo ha permanecido hospitalizado, alejado de familiares y amigos. Walker está sorprendido por la reacción a su post que publicó a modo de catarsis personal. Ahora recibe decenas de mensajes diarios de apoyo, y por eso se decidió a establecer una página en el sitio GoFundMe para recaudar fondos destinados a su tratamiento médico. En cuatro días ha recaudado más de 1,000 dólares de su meta de 5,000. En su post en Facebook, el joven pidió a las personas que piensen dos veces antes de emitir un juicio sobre él. “No sabes por lo que paso diariamente y no tienes derecho a juzgarme sólo por la percepción de lo que se puede ver de mí, porque no sabes lo que pasa dentro...así que detente y piensa antes de hablar, piensa en la lucha que he librado sólo para salir de la cama y vestirme y tratar de parecer ‘normal’”.

“Cuando tenés un hijo con autismo, el entorno está en contra”

Es un dibujante reconocido en el mundo del comic. Desde que nació su hija, su vida está dedicada además a la difusión y concientización sobre el autismo. Lo hace sin golpes bajos y hasta con humor. Su libro María y yo, sobre la relación con su hija, recibió varios premios y es una referencia para padres y profesionales. También la película que narra esa historia. Por Sonia Santoro Miguel Gallardo era un historietista de prestigio en España hasta que nació su hija María con autismo. Eso le cambió la vida, como a muchos padres y madres, pero un poco más: “Cuando tenés un hijo con autismo, el entorno está en contra”, dice. Desde entonces, sigue siendo un gran dibujante, pero además escribió una novela gráfica sobre su vida con María, que luego fue una película varias veces premiada y que lo llevó por todo el mundo. Ese mundo nuevo es ajeno al de los comics y mucho más cercano a las organizaciones, padres y a profesionales que trabajan, piensan, viven con el autismo. Pero sobre todo más cercano a sí mismo. –¿Cómo se convirtió en ilustrador? –Yo era el típico niño que responde a los tópicos: siempre estaba con un lápiz sin prestar atención a nada más. Mi padre era profesor de matemática, física y química, que era lo que yo suspendía regularmente. Desde siempre me tiraba eso. Vivíamos en Lérida, y al final conseguí viajar a Barcelona, que era la ciudad grande y allí empecé a trabajar. Intenté ir a un par de escuelas que no me quisieron. –¿Escuelas de qué? –Intenté ingresar a Bellas Artes, que me suspendieron. Y luego en una escuela de artes y oficios y a los tres años me echaron por no presentarme. Y de ahí con un compañero que es guionista empezamos a dibujar comics. Y acabamos en El Víbora, que aquí se recuerda porque fue una de las primeras revistas underground. Y creamos un personaje que se llamaba Makoki, que fue top muchos años porque era representación del nuevo comic. Luego abandoné el comic porque ya comercialmente no funcionaba. –O sea que no trabajó nunca de otra cosa. –No. Bueno he trabajado dentro del sector en todo. He hecho ilustraciones de prensa, he hecho carteles, publicidad... Pero siempre he tenido la suerte de trabajar en algo que me gustaba. Y durante 20 años he trabajado en La Vanguardia, que es el segundo periódico, y entre medio hacía de todo. Pero la historieta es un veneno que se te mete dentro. Y entonces tarde o temprano tenía que volver. Hice un libro en el año 97 sobre mi padre, que estuvo en la Guerra Civil, fue de los que perdieron. Estuvo preso en Francia y luego en España... y todo eso. Hice una novela gráfica explicando la historia. -¿Y él como vivió que fuera ilustrador? –Mal (risas). Yo era un fracaso. Yo tengo otro hermano que era el triunfador de la familia, que trabajaba en un banco, era ingeniero industrial y todo eso. Al final acabó siendo un fiasco mi hermano... Y cuando yo hice el libro sobre mi padre –justo el año que se murió, aun- que tuvo tiempo de ver el libro– ya estaba muy orgulloso. Solo que de vez en cuando me decía “bueno, pero un trabajo fijo no puedes encontrar”. –Estaba preocupado por su futuro. –Sí. Y luego en el 94 tuvimos a mi hija María que hoy tiene 20 años. A ver si tengo una foto... (revuelve su bolso). En el año 2007 hice el libro María y yo, de nuestra historia. –Antes quería que me hablara sobre qué se necesita para ser un buen ilustrador. Es importante poder comunicar, ¿no? –Sí. Yo digo una cosa que todos los compañeros se tiran encima de mí y me quieren matar. Siempre digo que el dibujo no es importante. Que lo más importante es la capacidad de comunicar. Si tú sabes explicar historias bien, puedes hacerlo con cualquier cosa. –Y el poder de síntesis también... –Sí. Eso es algo que aprendí de María. Porque sabes que me comunico con ella a través del dibujo y eso... Parte de su conversación son listas que ella elabora de gente que le gusta y entonces –ella no sabe leer ni escribir–, entonces yo le voy dibujando esas listas con el nombre encima, entonces María es capaz de acordarse quién es quién en 300 personas. –Impresionante. –Y gracias a hacer ese trabajo con María –porque es un trabajo que tienes que hacer, en la playa, en la acera, en cualquier sitio– aprendí. O sea, volví a descubrir el dibujo no para ilustrar cosas de otros o hacer cosas bonitas sino como herramienta de comunicación. –Hizo el libro sobre su papá, después el de María, es una veta importante lo autobiográfico. –El de mi padre fue un proyecto que tenía desde hace muchos años. Se llama Un largo silencio. Porque durante toda mi infancia mi padre no habló nunca de la guerra. Yo no sabía que había estado en la guerra. Hasta que murió Franco no habló. Y cuando empezó a hablar no paró nunca más. Entonces dije: si hago un libro a lo mejor acabaremos este tema. Para hacer este libro, yo que venía del mundo del humor, tuve que reinventar. –Difícil... –Inventar un estilo nuevo para poder contar la historia desde un punto de vista diferente. Y con María fue un poco lo mismo. Intenté hacer un libro en el mismo estilo en que yo dibujaba para María, pensando: si puedo comunicar con María así de fácil, seguramente puedo comunicar lo mismo a un montón de gente diferente que ni siquiera lee comics, gente mayor, niños, quien sea. Y así ha sido. El libro está traducido en ocho idiomas y yo he dado la vuelta al mundo básicamente con el libro, el documental... –Lo abrió a otras tareas. –Totalmente. Antes era un carajo de ilustrador, dibujante, que es todo un ghetto también. Bueno, durante cuatro días he estado en Comicópolis, en todo el ambiente del cómic, que está muy bien porque puedo ver a mis compañeros y todo. Y de pronto cuando se acabó el festival pasé a mi otro ámbito. Ayer por ejemplo estaba en la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) hablando para 60 psicólogos... Pero yo me lo paso muy bien porque el autismo es algo mucho más cercano a mí. –¿Por qué decidió contar la historia de María? –Básicamente porque es la historia de mi vida, lo más importante que me ha pasado. Pero no era una cosa como un proyecto (tengo que hacer este libro...). Una cosa como ésta solo se puede hacer desde el corazón, cuando te sale. Si lo hubiera hecho en los primeros años de María, hubiera hecho un libro muy diferente porque estábamos en un estadio de frustración, ira, negación de todo eso. O sea que tuvieron que pasar muchos años para que yo pudiera sacar de alguna manera eso desde un punto de vista diferente, desde el humor. El libro es un diario. Nosotros íbamos en Semana Santa a un resort en Gran Canaria y estábamos una semana los dos. Era un sitio muy raro para un padre con una hija autista. Ahí decidí empezar a dibujar en un cuaderno lo que nos pasaba, lo que hacía María, lo raro que era estar en aquel sitio. Pero no con la intención de hacer un libro sino con la intención de lo que hace la gente cuando vuelve de las vacaciones que es enseñar las fotos a los demás y se enteran de lo que hemos hecho. Además, no estaba hecho con la intención de ser publicado, estaba hecho con rotulador, en una libreta de mierda... Pero el desafío era llevar eso a los editores y decirles “esto es lo que yo quiero, no quiero hacer una cosa bonita... es lo que hay”, fresco, directo. Y salió. –¿Y antes de María conocía el autismo? –Para nada. Conocía lo que conoce la mayoría de la gente, que es la referencia de la película Rain Man, por ejemplo. Y una vez que te metes te das cuenta deque todos son tópicos, imaginarios. O piensan que son como Rain Man o piensan que es el típico niño que está en una esquina balanceándose. Y el espectro es súper amplio. Hay ciertos tópicos como que no pueden tener relaciones sociales, que no pueden con la gente, y María es la mejor directora de marketing social que he conocido en mi vida. Que no miran a los ojos... –Aprendió mucho. –Mi vida cambió completamente. Es como si hubiera hecho un master de zen y comprensión de la vida. Entonces todos los valores que tenía antes se fueron por tierra y ahora tengo unos valores nuevos con los que me siento mucho más a gusto. –¿Cuáles serían los valores nuevos? –Cuando tú estás con alguien como María, cuando vas por la calle no puedes evitar las miradas. María es así de grande –estira los brazos hacia el techo–, pisa como un elefante. Entonces tienes que decidir si ponerte en el lado de los que miran o ponerte en el lado de María. Porque la gente a veces te mira a ti buscando la complicidad en los ojos, como diciendo qué pena. Pero yo miro a María, yo estoy en el bando de María. Ella me ha enseñado mucho a ver todo de forma diferente. Cuando miro a la gente pienso: pensáis que nosotros tenemos una vida pobre pero la vuestra es la vida pobre, aburrida, viendo la televisión y todo eso. María me ha enseñado paciencia y a través de la paciencia cómo aprender. Porque si yo no tengo paciencia no puedo llegar a ella. Es básicamente como si estuvieras con una persona que tiene un guión de vida diferente y tú no tienes nada. No tienes manual de instrucciones, pero tienes que llegar a ella. Entonces es cuestión a veces de pequeños detalles, de observar. Eso me ha hecho observar la vida alrededor mío, ser más consciente de las cosas. Y luego aparte todos los valores que yo tenía de “quiero ser famoso, quiero ganar mucho dinero”... de pronto se van por los suelos, no tienen ninguna importancia. –Fue muy buena la recepción del libro, ¿cómo lo recibió María? –María no es consciente de su trastorno, entonces como en el libro estaban sus listas, pues no dejaba de ser una libreta más. Entonces alguna vez tomaba el libro, le arrancaba la página y se la llevaba. Es lo mismo que con la película. Hicimos el documental que era básicamente como Gran Hermano. El equipo nos seguía y hacíamos lo que nos daba la gana. Pero tampoco estás muy seguro de lo que persigue María en el cine, porque el cine es un código aprendido y a veces es complicado. Se trata de personas que no están allí, que no huelen. A veces veíamos la película con María y ella se iba o te decía que la apagaras. Pero fue muy divertido porque ella decía “no quiero ver la peli donde sale el papi”. Y al final hicimos una presentación en Canarias, donde viven con su madre, inauguraron una sala digital y la nombraron madrina. Entonces subió al escenario, le dieron flores, chocolates, y lo mejor era que el patio de butacas eran sus listas: sus amigos del colegio, sus primos y tal. Y a partir de allí fue “mi película”. Ahora a partir de que la película fue nominada a los Goya, María se convirtió en una especie de pop star. Nos paraban por la calle. Para mí fue un cambio importante. A María más o menos le da igual, le da por pellizcarles o lo que sea. Pero el cambio de actitud de la gente es muy beneficioso para nosotros. –¿Se está conociendo más sobre el autismo? –No, lo que pasa es que está aumentando mucho y entonces es una presión que no se puede disimular. Está aumentando el índice de autismo en todo el mundo. Yo había prometido sobre la Biblia que no iba a hacer un segundo libro sobre María. Pero lo hice porque me di cuenta de que María tenía 20 años y de que no hay autistas adultos, no se ven. Todos los autistas en los que piensa la gente son niños, sin sexo. Son como una especie de ángeles. Entonces yo estoy mucho por la visibilización. La única forma de que la gente entienda es verlos personalmente. –¿La ha llevado en sus viajes? –Bueno, ella vive en Canarias con su madre y yo vivo en Barcelona, entonces hago una media de 16 viajes al año. Ella ha hecho los trucos habidos y por haber en los aeropuertos. He estado con María en las estaciones, he estado hasta las cinco de la mañana bailando en una fiesta. He hecho cosas que en los manuales dicen no hacer. Pero yo no estoy por los límites. Luego sí, te atienes a las consecuencias. La última vez por ejemplo, el viaje BarcelonaCanarias, que dura tres horas, había un embotellamiento en el aeropuerto, entonces fueron dos horas en pista encerrados en el avión, más tres, son cinco horas. María subiéndose por las paredes. Solo teníamos un tipo adelante que era un productor inglés lleno de tatuajes. Y toda la intención de María era meter la mano por medio de los asientos para poder pellizcarle. –¿Por qué hay más autismo? –Hay más diagnósticos tempranos. Y luego porque no se saben todavía las causas, son ambientales, circunstanciales, hereditarias, cosas que pasan en el embarazo. O sea, que no hay una causa. Puede haber un montón de causas que hacen que la ratio suba. Antes era 1 cada 150 y ahora ha bajado a 1 cada 85. –Acá también estuvo dando charlas en relación con el autismo. ¿Cuál fue su público? –Padres, profesionales. La mayoría de la gente ha leído el libro o ha visto los cortos. Cuando voy a los sitios contacto con las distintas instituciones, busco enterarme como está el autismo en cada país. Intercambiar cosas con los padres, porque siempre tenemos trucos que intercambiar. Estuve en EOL, en Brincar, una asociación, y el miércoles fui a ver los talleres de estampación, donde los chicos hacen los dibujos, estampas. Ese es el mundo donde me siento a gusto porque con los padres tenemos tantas cosas en común. –Pensaba en que lo interesante es trasmitir desde el humor, sin golpes bajos. –Sí, es un mundo donde ha imperado durante mucho tiempo la pena. Todos los documentales que había visto antes de hacer el nuestro eran en blanco y negro, los padres tomados de la mano, el piano... y con eso no puedes empatizar con la gente. La única reacción que logras es “pobrecitos”. Entonces el documental es brillante, en colores, pasa en un resort, y te ríes con María. El humor es la cosa más humana que hay. Si tú intercambias, te ríes de esa persona que aparentemente tiene muchísimas dificultades inmediatamente empatizas con ella. Pero, por ejemplo, en las jornadas de lacanianos estaba en una mesa con cuatro psicoanalistas y empezaron con el discurso serio de los psicoanalistas y es lo que intento romper. Lo que dije es que los padres nos veíamos frente a un discurso que no entendíamos y necesitamos muchas cosas prácticas, a veces aprendemos más de otros padres que no de los profesionales. –¿Cómo es la vida cotidiana de María? –Tiene varias vidas cotidianas. En la vida en Canarias, este año ha empezado en un centro de adultos, va de nueve a cinco. Su madre trabaja y cuando sale del centro la recibe una chica que está con ella hasta que viene la madre. Es una vida muy pautada. Cuando viene a Barcelona no, porque vamos a la playa, hacemos esto o lo otro, es creativo en cierta forma. Dibujamos mucho con ella. Escuchamos música. Para ella está bien aunque es un problema porque cambiar de ambiente así por las buenas a nosotros ya nos cuesta, pero a María le cuesta una semana adecuarse. Traspasar los límites está bien porque María tiene dos mundos, Canarias y Barcelona, y de eso aprende mucho. –¿Algo que no le haya preguntado? –Hay algo que nadie pregunta por esta idea de que son niños pequeños y asexuados. –Ah, sí, es un tema el de la sexualidad. –Claro. María es así, tiene un par de tetas así -las dibuja con las manos. Las hormonas están por todas partes. Entonces tú puedes tener la opción de decir “no quiero meterme en esto del sexo”. Pero si tú no te quieres meter el sexo se va a meter. María se autoestimula como todo el mundo porque es algo inherente a la persona. Entonces hay una capa importante de los padres –incluso de los profesionales también que lo derivan a los padres–, del “no quiero saber”. O sea, tengo tantos problemas con las relaciones que añadir el tema del sexo es muy complicado. Pero si lo haces así tarde o temprano se va a convertir en un problema de verdad. Si tú no acotas o intentas informar. Pero es algo completamente tabú. Quizás es algo que lleva a los padres a pensar en violaciones, abusos, pero es mucho mejor prepararlos. María tiene 20 años. Tienes que pensar que María tiene la regla, que tiene un montón de cosas. –Ha tenido novio, ¿cómo se vincula? –No, no tiene capacidad. Porque cada uno va por su cuenta. Pero no está limitado el sexo a la pareja. –¿Y ustedes cómo lo abordaron con María? –Bueno, pues intentar que cuando María se estimule esté en un sitio íntimo. Pero a veces se escapa y puede aparecer en mitad en la calle (risas). Lo bueno y lo malo con el autismo es que tienes que tener soluciones inmediatas a las cosas. Soluciones a cosas que no te puedes imaginar y que surgen. A veces has encontrado soluciones pero no permanecen. Lo que funciona hoy a lo mejor la semana que viene no funciona. –Qué desafío. –Un desafío. Cuando yo acabo con María, cuando la devuelvo, me ha agotado totalmente, estoy defenestrado y me gustaría tirarme por la ventana. Pero he aprendido un montón sobre solucionar rápido las cosas, no pensar que estás cometiendo un error sino que da lo mismo, tienes que solucionar. Comunicarse –cómo llegar a ella, cómo intentar averiguar sus deseos y sus cosas– es continuamente para mí un desafío intelectual. Y si falla es un problema nuestro, no de ellos. –¿Ella dibuja? –Empezó hace dos años (toma el libro María y yo y pasa las páginas). Estas son las listas que yo le hago. Aquí hay caras pero pueden ser personas. Le hago agendas para pautar lo que hacemos. Hago pedidos suyos porque le gusta que dibuje a la gente en la cama enferma. Lo más raro que he dibujado a pedido suyo es a compañeros suyos metiendo la cabeza en el plato en el comedor del colegio (risas). De pronto hace dos años empezó a dibujar como una loca, como una posesa. Y lo que dibuja es esto (muestra caras de distintos tamaños en fila). –Las listas... –Claro, nosotros ponemos los nombres, y ella es capaz de distinguir entre quien es quien. Es importante porque ha encontrado otro medio de expresión. Lo que les falla un poco a ellos es que tienen pocos intereses, focalizan mucho en unos pocos, entonces que tenga otro más es evidentemente muy importante. –Cuesta entenderlo. –Mucho. Es un trastorno que cuando empiezas no encuentras consuelo en nadie. Ni siquiera la familia. Y ya el resto de la gente que no tiene nadie con autismo es muy difícil que entiendan que una persona como María, de un aspecto súper guay, porque es guapa y viste bien, grite o haga movimientos raros. Entonces hay un primer momento de choque total. –¿Qué políticas públicas faltan? –Educar en la diferencia en los colegios debería ser la cosa más importante. No solo para personas como María, sino para la gente diferente, de diferente color, lo que sea. Educar no solo a los niños sino a los padres. Hacer talleres para padres de personas con discapacidad. Teníamos por ejemplo un programa que se llamaba Padre a padre, que era de padres veteranos enseñando a padres nuevos. Y luego todos los estamentos de la sociedad donde vamos a pasar algún día. Si yo quiero viajar, debería tener facilidades para viajar porque María es diferente. Cuando se habla de discapacidad todo está enfocado a discapacidad física, la silla de ruedas está en todas partes. Porque todo el mundo entiende una silla de ruedas pero a mí que haya una rampa en un sitio no me sirve para nada. Es más, a María le asustan las rampas. Lo que debería haber es información visual, pictogramas para que ellos entiendan. Y hasta en los estamentos de la Policía, se pierde un niño con autismo y lo policías deberían saber que no pueden agarrarlo, que eso puede desembocar en una crisis. La mía es una visión de padre, no es desde el punto de vista médico. Yo se los decía a los lacanianos. Muy bien con las teorías pero no los veo estando 48 horas con mi hija. –Claro, el día a día. –En las vacaciones estoy pegado con María las 24 horas del día. Es agotador, es obsesivo pero es el único sitio donde soy capaz de entender a María. –¿Han hecho consultas psicológicas, acompañamientos? –Como todos los padres, sólo nos ha faltado un chamán. Hemos hecho equinoterapia, hemos hecho psicoanálisis. Ha sido siempre intentar, desde el punto de vista de los padres, que en casa siempre hubiera mucho movimiento y pudiéramos hacer las cosas. Yo no soy partidario de sistemas cerrados. Ella ha ido siempre a una escuela especial. No de autismo sino general de discapacidad. Tampoco creo mucho en las escuelas pero es lo único que hay. –¿En las escuelas en general o en las especiales? –En ninguna (risas). Uno lo quiere controlar todo pero llega un momento que tienes que dejarlo, no puedes controlarlo todo. Por ejemplo, María, como muchos, es obsesivocompulsiva con la comida. Se comería esta puerta si está bien aderezada. Y lo que hago cuando está conmigo es que la someto a unas dietas que la mato. Se enfada conmigo. Pero sé que María no puede engordar no por una cuestión estética sino porque camina muy mal, no hace deportes, entonces el equilibrio es muy inestable. Hay que estar en todo. –Es como con todos los hijos pero más. –Sí, porque en este caso el entorno está en contra. Si yo busco un dentista es como encontrar una aguja en un pajar. O una ginecóloga.

Crean control para que personas con problemas motrices usen smartphones

Un estudiante de ingeniería de sistemas argentino desarrolló un prototipo de dispositivo y software para que personas con discapacidad motriz puedan manejar sus equipos. Se trata de Leonardo Russo, quien en 2012 creó el Sistema Auditivo de Integración Informática (SAII). Este sistema permite que una persona con discapacidad visual pueda utilizar una computadora mediante una guía de voz que le informa sobre las interacciones en la pantalla.
Luego de crear el Sistema Auditivo de Integración Informática (SAII), el software fue adaptado a una aplicación llamada Blind Communicator, que permite que personas ciegas o con poca visión puedan usar un smartphone o tablets. Esta aplicación no tiene costo y está desarrollada para sistema operativo Android. Como novedad, Leonardo Russo le agregó un control con botones para ayudar a personas con problemas motrices a usar un dispositivo móvil, como alternativa a la pantalla táctil. El dispositivo cuenta con una pantalla lcd y se conecta mediante un cable USB al teléfono o tableta en cuestión. Además, el programa posee una guía de voz que informa al usuario sobre todo lo que pasa en el dispositivo: si la pantalla está apagada, si está encendida y si hay una llamada entrante. Actualmente, la aplicación se encuentra disponible en castellano, inglés, portugués e italiano, en la tienda de aplicaciones de Google; la parte del hardware, por ahora, es la que requiere más trabajo. Por ahora, sin embargo, se trata de un prototipo, ya que este desarrollador busca apoyo para lograr. Fuente: Diario La Nación