lunes, 1 de diciembre de 2014

integrados en naranja

Por iniciativa de Gustavo López, el Deportivo Roca es el primer club de la región en contar con un equipo de fútbol especial. También funciona el Departamento Social. uan mocciaro Fotos: andrés maripe "Esta cancha me sacó, podés creer…" El Monito se lamenta por su mala suerte, mientras le pasa la mano a la bota de yeso que envuelve su tobillo derecho. Sabe que se pierde lo que queda de la temporada. Como muchos, el Monito también sospecha del césped sintético del Maiolino. Lo culpa de su lesión, una rotura del tendón de Aquiles. Fue por una pelota que se le iba larga. Cuando quiso traccionar para darse impulso ¡crack! "Tenés para tres semanas más de yeso", le recuerda el profe y al Monito no hay consuelo que le alcance. Es viernes a la tarde y el equipo de Primera del Deportivo Roca se prepara para recibir a San Lorenzo Alem, de Catamarca, por el primer playoff del Federal A. Sentado en el primer escalón de la platea, el Monito verá la práctica de fútbol desde afuera. Luis Aravena, el Monito en cuestión, uno de los jugadores más destacados del equipo, lamenta cada minuto de fútbol que se pierde por su lesión. El Monito Aravena forma parte del equipo de fútbol especial del Deportivo Roca, un espacio único en la región de genuina integración y estímulo para personas con capacidades especiales. *** "¿Cuándo querés empezar?". Las palabras de Jorge Escaris, presidente del club, fueron la llave que abrió la última de las muchas puertas que durante 2011 Gustavo López había ido a golpear para realizar una idea que venía madurando, la de generar un espacio de integración y acción a través de la actividad física dedicado a personas con (dis)capacidades diversas. Hastiado, pero no desanimado, encontró lo que buscaba en el lugar donde había estado desde el principio: la pileta del Depo. La respuesta a la pregunta de Escaris no se hizo esperar y, a comienzos de 2012, 25 personas entre niños y adultos, repartidos entre la pileta y la cancha de fútbol del Maiolino, comenzaron con las actividades. *** ¿Quién es Gustavo López? Un atleta tardío que recién pasados sus 30 años se largó a correr. Un día se dejó convencer por un amigo para que sea parte de una prueba atlética combinada. Le hizo caso y casi se muere en el intento, pero llegó al final. Desde entonces, participó en diez triatlón Iron Man alrededor del mundo consiguiendo la clasificación a tres finales del mundo de la especialidad, en Hawaii, entre 2010 y 2014. Antes de todo eso estaba tan lejos del deporte que ni siquiera sabía nadar. Comenzó a tomar clases de natación en el Deportivo Roca, donde conocería a Laura Sánchez, profe de natación, con quien compartirá el primer año del espacio integrador. Hace quince años, Gustavo enfrentó junto a su esposa la dolorosa experiencia del fallecimiento de su primer hijo apenas 41 días después de su nacimiento. Esa circunstancia le hizo un clic en su cabeza tanto como en su alma. Desde entonces ya no volvería a ver la vida de la misma manera. La vulnerabilidad de las personas, pero sobre todo de ciertas personas para las que el mundo parece no estar hecho, lo acompañaría desde entonces. Lo que sigue será a partir de su experiencia como triatleta internacional. "Empiezo a darme cuenta de que no había atletas con (dis)capacidad participando de las pruebas, sobre todo acá en Argentina", cuenta Gustavo. "En un deporte tan complejo como el triatlón donde uno piensa que son necesarias todas les extremidades, toda su capacidad mental, motriz, todo… pero yo vi nadar, correr y pedalear a una persona que le faltaban las dos piernas. Y empecé a prestarle mucha atención a las organizaciones que tenían categorías específicas". *** A partir de su experiencia con atletas especiales compitiendo a la par, Gustavo se decidió a recrearlo aquí. Pero no le resultó nada sencillo: "Estuve un año golpeando puertas, durante todo 2011. Tuve muchos miedos hasta tomar la decisión. Tenía que convencerme de que yo era capaz, más allá de mi experiencia como atleta. Todos me decían que no me convenía, porque no tenía la capacidad, no tenía estudios, que había que entender no sólo la parte física, sino también de patologías médicas, psicológicas… Todo lo que conseguí fueron rechazos por distintas razones. Me sugerían formar una ONG, una fundación con profesionales", cuenta. Aunque en su aspecto parecía algo complejo, la idea de Gustavo López era mucho más sencilla de lo que parecía. Y lo que nadie parecía entender era la urgencia de un espacio para un amplio grupo de personas con capacidades especiales sin un lugar que los integre al llegar a la adultez. Finalizada la etapa escolar, los adultos especiales no encuentran estímulos ni ámbitos de inclusión para sus intereses e inquietudes. "En la pileta del Depo me encuentro con Laura Sánchez, una profe que ya había trabajado con chicos discapacitados. Nos interesamos mutuamente en el proyecto. Lo vi a Escaris, le conté y me dice "cuándo querés empezar. Hacía cinco años que yo nadaba en el club y no se me había ocurrido proponerlo ahí", recuerda hoy entre risa y lamentos por aquel tiempo perdido en burocracias. *** "A comienzos de 2012 comenzamos con las actividades. Eran 11 chicos y 14 en la pileta. En la cancha empezamos con actividades aeróbicas en un costado, hacíamos trabajos de flexibilidad, elongación, caminatas. Los que podían trotar lo hacían. Había niños y adultos. Recuerdo a Mili, una nena con una discapacidad neurológica severísima. Movía sus extremidades como en bloque, no hablaba, se metía al agua con el papá o mamá. Había chicos con síndrome de Down, hipoacúsicos. La convocatoria fue de boca en boca". "En la cancha nos resultó muy difícil integrarnos, en la pileta no. Nos cedían los andariveles. Entendieron perfectamente el proyecto y su importancia. En la cancha no. Al principio no la pasamos bien, lamentablemente. Pero todo eso cambió con Coco Landeiro (ver aparte)". En el grupo que trabajaba al costado de la cancha la mayoría eran varones. Y futboleros. Mientras Gustavo intentaba entusiasmarlos con el atletismo, ellos le prestaban más atención a los entrenamientos del equipo de fútbol. Y miraban. Y miraban. Y miraban. Hasta que uno de los muchachos se animó y le preguntó al profe Gustavo si podían jugar con la pelota. Gustavo aceptó. Fue el fin del atletismo y el comienzo del que será el equipo de fútbol especial del Depo. "Profe, me vengo a probar", cuenta Gustavo que le dijo hace unos días un chico con síndrome de Down que se sumó al grupo. Por supuesto que no hay prueba, que todo el que se acerca ya es parte, pero así lo sienten ellos. Son hinchas del Depo que ahora viven esa pasión como jugadores de verdad del club de sus amores. *** Un caso. "Recuerdo a Tomi, un chiquito no vidente. No me olvido el día en que entró a la cancha. La alegría y la euforia de ese chico. Me dijo que nunca había estado dentro de una cancha de fútbol. ¿Y sabés cómo es una cancha de fútbol?, le pregunté. No, no sé, pero me la imagino, dijo. Entonces le fui explicando cómo es una cancha, lo acompañé hasta los banderines, los tocó. El arco, los travesaños, las redes. Después empezó a jugar con la pelota, a llevarla suave con el pie. Ese simple contacto con la pelota para él era todo, era jugar al fútbol en una cancha de verdad". Otro caso. Mauricio tiene 31 años y peso poco más de 110 kilos. Casi no habla, apenas se mueve, pero lo disfruta. Estela, su mamá, lo acompaña con su mirada desde una butaca de la platea. Y dice: "Mauri cambió muchísimo. Era un chico que había perdido el entusiasmo. Llevaba una vida ociosa y así engordó tanto. Pero cuando empezó a venir al Depo como que volvió a vivir. Lo disfruta mucho. No le gusta tanto el fútbol como el hecho de estar con gente. esta experiencia para él es muy importante". Durante el partido con los jugadores de Primera, Mauricio camina la cancha, no toca nunca la pelota, pero igual se divierte. Esa simple caminata, rodeado de sus compañeros, son una inyección de vida urgente. Y su madre lo agradece. *** El Departamento Social es el último gran logro del proyecto, un espacio dentro del club Deportivo Roca creado por iniciativa de Gustavo López y que trabaja con las áreas deportivas que ya cuenta el club, además de espacios culturales y artísticos, pero sólo para personas con capacidades y necesidades diferentes. Ya trabajar el tenis y la natación. Es gratuito. Se llama Deportivo Roca Integrado en honor a Racing Integrado. El más chico que participa del Fútbol Especial tes Luciano, que tiene 20 años, y el mayor es Pepe con 52. Lo integran personas que padecen síndrome de Down, síndrome de Noonan, parálisis cerebral infantil, hipoacúsicos, entre otras patologías más o menos severas. "Yo quiero que ellos demuestren y se demuestren que son capaces. Y que este espacio sea una integración real y genuina, una integración como seres humanos", asume Gustavo López, que ya trabaja para sumar el fútbol especial a la Liga Deportiva Confluencia. Dos años después de su creación, el espacio de fútbol integrado, tan complejo y sencillo a la vez, se convirtió en un espacio vital para un grupo de muchachos con capacidades tan especiales como lo son sus necesidades, un lugar de genuina integración.

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