lunes, 28 de septiembre de 2015

La OEA premia a una biblioteca digital para ciegos de Argentina

No se termina el mundo si dejás de ver”, dice Pablo Lecuona, quien perdió la vista cuando era chico, pero su entusiasmo le permitió conectarse a través de Internet con otras personas que también tenían algún tipo de discapacidad visual para compartir el gusto por leer libros. En 1999, fundaron Tiflolibros, la primera biblioteca digital y gratuita para ciegos de habla hispana. Por el impacto que produjo ese proyecto al llegar a más de 7.500 ciegos y a más de 300 instituciones públicas y privadas, Lecuona y otros integrantes de la asociación recibirán en noviembre el primer premio Vidanta 2015 en la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en Washington DC., en los Estados Unidos. El galardón es parte de una iniciativa que desde 2010 asocia a la OEA con la Secretaría General Iberoamericana y a la Fundación Vidanta. Reconoce trabajos sobresalientes que se realizan en América Latina y el Caribe para reducir pobreza, desigualdad y combatir la discriminación. Este año, el jurado estuvo formado por el ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti, Carmelo Angulo, Nora Lustig, el economista argentino José Luis Machinea y Luis Maira. Seleccionaron a Tiflolibros, entre más de 600 propuestas, por ser un proyecto innovador, con resultados medibles, y con capacidad para sostenerse en el tiempo y replicarse en otros lugares. La propuesta de los argentinos cumplía con esos criterios, aunque Lecuona confiesa que “el primer premio nos sorprendió: nos permitirá crecer más”. Todo empezó con el intercambio de libros en español que eran escaneados por personas con discapacidad visual. Cada uno que los recibía usaba software especial en su computadora. En algún momento se dieron cuenta de que el catálogo era tan grande que fundaron la asociación en Capital. Hoy en Tiflolibros cuentan con más de 50.000 libros, a los que pueden acceder personas con ceguera, con la visión reducida, dislexia, o que tengan algún problema motriz que les impida el manejo de libros impresos, que hacen el pedido de lo que quieren leer y lo reciben por correo electrónico. Además, dan acceso al servicio de libros en audios en formato MP3, y transcriben obras al sistema Braille. Tienen acuerdos con editoriales, que cedieron los derechos y los archivos de muchos libros escolares para que sean accesibles a los chicos con discapacidad. Con apoyos de la Fundación Williams, la Comisión Copidis del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, las embajadas de Estados Unidos y Finlandia en Buenos Aires, y Fundación ONCE para la Solidaridad con Personas Ciegas de América Latina, entre otros, Tiflolibros existe y “toca vidas”, como sostiene uno de sus usuarios, Pablo, un hombre ciego que se bajaba los libros del sitio (www.tiflolibros.com.ar) desde su casa en San Luis y un día se animó a irse solo hasta Bariloche para participar en los encuentros presenciales de la asociación.

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