lunes, 28 de octubre de 2013

La discapacidad no es una barrera

POR JULIETA ROFFO Stephen Hawking, Frida Kahlo y Stevie Wonder son solo algunos casos que demuestran que un límite físico no alcanza para detener las aspiraciones creativas de una persona. Una discapacidad severa, sobre todo cuando se impone la discriminación y los poderes públicos no estimulan la integración de quien la padece, puede resultar un fuerte límite. Sin embargo, hay quienes han podido lograr saltar esa barrera, a través de su fuerza de voluntad y de su talento. Un caso emblemático es el del físico y divulgador científico Stephen Hawking, que nació en la ciudad inglesa de Oxford en 1942 y cursó sus estudios universitarios en la prestigiosa Universidad de Cambridge, donde luego sería docente por treinta años. Cuando tenía 21 años, y ante su deterioro, Hawking recibió un diagnóstico definitivo: padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad motoneuronal que avanza contra el control neuromuscular que el paciente tiene sobre su propio cuerpo. Actualmente, Hawking –cuya popularidad como divulgador científico es tan alta que llegó a transformarse en caricatura en un capítulo de Los Simpsons- se comunica muy lentamente a través de un aparato generador de voz, luego de que se le practicara una traqueotomía. En público, el científico hijo de un biólogo dedicado a la investigación, se presenta en una silla de ruedas que controla a través de pequeños movimientos de su cabeza y sus ojos. Sin embargo, nada de eso le impidió dedicarse, entre otras cosas, a la investigación sobre el tiempo y el espacio tomando como base la teoría de la relatividad desarrollada por Albert Einstein, así como sus trabajos sobre los agujeros negros. Su libro “Breve historia del tiempo” se ubicó como best-seller en el Reino Unido durante más de cuatro años, y una votación abierta que convocó la BBC en su tierra lo consagró como uno de los “100 Británicos más importantes”. En 1982, se le otorgó la Orden del Imperio Británico, y entre 1969 y 2010 publicó 16 obras de divulgación, y dos textos de ficción infantil vinculados al mundo de la Ciencia. Cuando Hawking recibió su diagnóstico, sus médicos le pronosticaron que no viviría más de 2 o 3 años, el tiempo de sobrevida promedio de esa enfermedad. Sin embargo, lleva décadas conviviendo con la esclerosis, que ha establecido obstáculos que Hawking superó sin dejar de lado su trabajo como investigador y divulgador, que lo ha vuelto una personalidad reconocida en todo el mundo. La pintora mexicana Frida Kahlo también tuvo que lidiar con duras complicaciones de salud para llevar adelante su actividad como artista plástica. Cuando era una niña, en 1913, tuvo poliomelitis, lo que le provocó lesiones y operaciones, y una debilidad en la pierna derecha que se prolongaría. Sin embargo, el gran golpe a su salud fue el 17 de septiembre de 1925, cuando un tranvía impactó contra el colectivo en que viajaba: se quebró la columna en tres partes, se fracturó dos costillas, una clavícula, la pierna derecha y el hueso púbico, entre otras lesiones. El resultado de ese grave episodio fue que permanecer postrada en una cama se convirtiera para la artista, compañera del muralista Diego Rivera, en algo tristemente cotidiano. Varios de sus más de 200 autorretratos reflejan la parálisis en la que Frida vivía: no sólo en su cuerpo, especialmente en sus vértebras, sino también en la expresión de su rostro. Al contrario de desalentar su producción pictórica, el reposo constante hizo que Kahlo adaptara su cama, con un espejo para verse como su propia modelo, a las necesidades de una artista en pleno trabajo. Cuando en 1953 en el D.F. mexicano se inauguró una muestra con sus obras, en contra de las indicaciones médicas, Frida se hizo trasladar en ambulancia desde el hospital hasta la sala de exposiciones y allí permaneció, como centro del evento, en cama. Stevie Wonder, el músico que el 12 de diciembre se presentará en el Estadio Vélez y que ha obtenido 22 premios Grammy durante su carrera, es ciego desde los primeros instantes de su vida: cuando nació, tuvo que pasar unos días en la incubadora y allí recibió una cuota excesiva de oxígeno que dañó irreversiblemente su visión. Hay quienes dicen que el refinamiento de su oído tuvo que ver con la compensación por la pérdida de otro de sus sentidos: a los siete años, y por regalos de sus vecinos y sus familiares, Stevie podía ejecutar la batería y la armónica entre otros instrumentos. Y con el tiempo se convertiría en un productor y compositor de gran reconocimiento, autor de clásicos como “Superstition” y “I just call to say I love you”. Lea la nota central de esta entrega: “Paralizada, aprendí a ‘hablar’ con mis ojos”. Por Natalia Bonetti.

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