lunes, 31 de diciembre de 2012

Una experiencia subacuática para una integración "sin barreras"

La vida de Andrea Ranucchi dio un giro inesperado cuando descubrió su pasión por el mundo subacuático. Todo comenzó en marzo de 2010, en las piletas del Servicio Nacional de Rehabilitación, donde asistía a clases de natación como parte de su recuperación de una cirugía de reemplazo de cadera. Allí, le ofrecieron participar de una jornada solidaria de buceo adaptado para personas con discapacidad organizado por la agrupación Buceo Sin Barreras . Su felicidad fue absoluta al descubrir un deporte que, hasta hoy, le permite disfrutar sin pensar en las dolencias ni en su dificultad motriz. Con el entusiasmo que la caracteriza, dice: "Buceando gravitás sin necesidad de salir a tomar aire, sin que te pese el cuerpo, sin que te duela nada. En el agua sos libre, nadás con movimientos que no te cuestan y sin la necesidad de un bastón, de una muleta o de una silla de ruedas". Buceo sin Barreras, la organización que le cambió la vida, nació hace tres años como una iniciativa de un grupo de instructores argentinos especializados en la enseñanza del buceo adaptado y formados con estándares internacionales de la Asociación Internacional de Buceo para Personas con Discapacidad. Liderados por Daniel Zuber, instructor con una reconocida trayectoria internacional, realizan bautismos de buceo de forma voluntaria: una primera inmersión con los equipos necesarios en un natatorio. Su misión es acercar a la gente al mundo subacuático y permitirle experimentar, en un entorno controlado y seguro, la sensación de libertad, paz y gratificación que implica la práctica de este deporte. Es "un espacio donde las burbujas nos unen, donde las diferencias hacen agua", define Andrea. Con mucho esfuerzo y la incondicional asistencia de sus instructores, ella logró cumplir otro sueño: aventurarse en aguas abiertas. Viajó a Puerto Madryn, Brasil y Cuba, y hasta pudo experimentar el buceo nocturno, una vivencia inolvidable repleta de nuevos sonidos, texturas y sensaciones asombrosas. "Una vez que te calzás las aletas, no las querés largar, y es maravilloso porque te olvidás de tus limitaciones. En el agua estamos todos en la misma, no hay una diferencia. Descubrís que no existen barreras, las barreras están en la cabeza", afirma esta mujer de mirada trasparente. Esta sensación de plenitud la llevó a trabajar como voluntaria en las jornadas de Buceo sin Barreras para compartir esta pasión. Entusiasmada por intentar devolver un poco de lo mucho que recibió, invitó a Agustín, un alumno de la escuela donde ella enseña inglés, a sumarse a esta actividad. "Para mí, es una forma de retribuir, y me genera satisfacción ver que la gente pueda disfrutar. Buceo es sinónimo de compañerismo, que significa igualdad de condiciones." Son más de 400 las personas que en la Argentina han formado parte de este deporte, en las siete jornadas que realizó la entidad hasta ahora. Para más información, escribir a buceosinbarreras@gmail.com o consultar en www.facebook.com/buceosinbarreras .

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