viernes, 11 de julio de 2014

Mente y máquina: un cruce que ya se ensaya en la Argentina

Daniel Villanueva se sienta en la silla de ruedas, se coloca en la cabeza un dispositivo con 16 electrodos y mira fijamente una pantalla en cuyo centro se ve un cubo que parece alejarse suavemente dentro de un túnel oscuro. De repente, sin que toque un interruptor o haga movimiento alguno, la silla comienza a desplazarse hacia adelante. ¿Magia? Nada de eso: ciencia y tecnología de punta para que personas con graves trastornos neurológicos puedan lograr cierta autonomía. Bajo la dirección de los doctores Lisandro Olmos, director médico del Centro de Rehabilitación de Fleni, y Silvia Intruvini, directora médica del Centro Educativo Terapéutico para Niños y Adolescentes de la misma entidad, y con la colaboración de un equipo multidisciplinario que incluye a fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales y neuropsicólogos, Villanueva, que es bioingeniero, está poniendo a punto un sistema de "interface mente-máquina" (brain computer interface, o BCI, por sus siglas en inglés) que les permite a los pacientes mover objetos, escribir, hablar, encender y apagar las luces de la casa, mover las cortinas y hasta llamar por teléfono... con el pensamiento. "El objetivo de estos sistemas es brindar un soporte tecnológico que les permita ser más independientes -explica Olmos-. Pueden combinarse con dispositivos de «tecnología aumentativa», para que personas que mantienen sus capacidades cognitivas intactas, pero no pueden hablar o mover sus extremidades, sean capaces de comunicarse con el exterior." Y enseguida ofrece un ejemplo: "Uno de nuestros pacientes fue una joven de 20 años con síndrome de enclaustramiento, sólo podía mover los ojos. Estaba en un trámite de divorcio de su marido y había que definir la tenencia de los hijos. Entonces, el juez nos pidió que evaluáramos si podía tomar decisiones respecto de quiénes deberían hacerse cargo. Hicimos un cuestionario con 100 preguntas autobiográficas que pudo contestar mediante un dispositivo que seguía su mirada". Las tecnologías BCI son posibles por la naturaleza eléctrica del cerebro, el registro de esa actividad mediante el electroencefalograma y la traducción de los patrones de activación para que puedan, mediante una computadora, conducir sistemas mecánicos o robóticos. "Cuando pensamos en tomar un vaso, por ejemplo, ya antes de ejecutar esa acción hay áreas de la corteza motora del cerebro que se activan -explica Olmos-. Un casco con sensores permite decodificar la señal que envía el cerebro para producir el movimiento, es como un electroencefalograma continuo. Esos patrones se comunican por Bluetooth con la computadora, que a su vez se comunica con la silla de ruedas. Requiere cierto entrenamiento y funciona mejor en personas que pueden concentrarse en una única acción. Está pensado para pacientes cognitivamente íntegros, pero que no pueden utilizar ni siquiera la boca para manejar una silla motorizada." La investigación de estas tecnologías se multiplicó en la última década y se hizo más conocida con la demostración (un tanto frustrada) del exoesqueleto desarrollado por Miguel Nicolelis en la apertura del Mundial. En el Laboratorio de Tecnología Asistida de Fleni se estudia, además, toda una paleta de posibilidades que van desde el uso de teclados especiales hasta la implementación de software preparado para ser utilizado en tabletas y teléfonos inteligentes. "Nosotros seleccionamos la alternativa de acceso que va a utilizar el paciente para dirigir el dispositivo o la computadora -dice la terapista ocupacional Ivana Triay-. Contamos con sistemas de control ocular, otros que se manejan con una gorra provista de sensores que toman el movimiento de la cabeza del paciente, teclados ampliados para personas con déficits visuales, programas que «hablan por el paciente» y otros que reconocen su voz y pueden ejecutar órdenes verbales, por ejemplo, para escribir en la computadora. Realizamos el entrenamiento y les ofrecemos información y asesoramiento sobre los proveedores donde pueden adquirirlos para utilizarlos en su casa." Según cuenta la fonoaudióloga Valeria Prodan, el objetivo último de esta clínica es aumentar, maximizar o mantener las capacidades funcionales de personas con discapacidad grave. Dentro de las patologías que tratan están el traumatismo de cráneo, las secuelas de ataque cerebrovascular, la afasia, las lesiones medulares altas, las enfermedades neurodegenerativas (como esclerosis lateral amiotrófica o mal de Parkinson). También, parálisis cerebral, secuelas de meningitis o encefalitis. "No todos los pacientes que tienen trastornos del movimiento padecen una alteración intelectual -subraya la doctora Intruvini- y, si se puede abordar el cuadro adecuadamente, se pueden evitar o prevenir desmejoras." Y agrega Olmos: "Son tecnologías particularmente importantes para personas que están muy limitadas en su expresión verbal, pero cuya comprensión está mayormente conservada". Los especialistas ya evalúan adquirir un exoesqueleto comandado por la mente para ensayar sus posibilidades en el país.

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