viernes, 14 de septiembre de 2012

Pilares del mundo paralímpico

..El aviso de Nike, en plena transmisión del Super Bowl, mostraba hace unos años a un jugador de football americano con sus dedos amputados, enganchados en el casco de un rival. Un luchador con una oreja deformada y sordo de tantos golpes. Un cowboy de rodeo sin un ojo, arrancado por los cuernos del toro. El jugador de hockey, sin dientes, con decenas de puntos entre la boca y la nariz. Al surfer le faltaba una pierna, comida por un tiburón. "You are so beatiful" (Eres tan bello), sonaba Joe Cocker. La imagen cerraba con el "Just do it". Los Juegos Paralímpicos de Londres no son un comercial de TV. Y en los podios, donde días antes se exhibían superhombres como Usain Bolt o Michael Phelps, suben atletas distintos: hay tetrapléjicos, ciegos y mutilados. ¿Discapacitados? Sus habilidades deportivas son extraordinarias. Un atleta chino, con parálisis cerebral aguda, impulsa la pelotita con un leve movimiento de su cabeza. Es lo único que puede mover. El auxiliar, de espaldas a la cancha, deja caer la pelotita por una rampa. El tiro, formidable, puede significar medalla de oro en boccia. La emoción invade al atleta y a sus compañeros de equipo. No pueden levantar los brazos. Celebran como pueden. Ríen. Apenas mueven el torso. El gran futbolista brasileño, ciego, espera a su vez el abrazo de algún compañero para confirmar si su tiro, de notable precisión, fue gol. Los rugbiers se reparten sillazos, caen al piso y siguen como si nada. En el mismo asfalto de Brands Hatch donde corría a más de 200 kilómetros por hora, hasta el accidente de 2001 que lo dejó sin piernas, Alex Zanardi celebra sentado sobre sus muñones. Levanta eufórico el triciclo que antes había impulsado con sus manos. "Lloré cuando vi a una nadadora sin brazos y a otra sin piernas, moviéndose como si fueran un tiburón, nadando pecho o mariposa, tocando la cabeza con la pared y girando", cuenta Zanardi. Le responde a un popular presentador de la TV italiana que dijo que las pruebas le producían "tristeza" porque "son la exaltación de alguna desgracia". La selección de voleibol de Ruanda, efectivamente, tiene entre sus jugadores amputados a tutsis y hutus que en 1994 se enfrentaron en guerra civil. Dominique Bizimama y Jean Rukundo dejaron de dispararse. Ahora comparten equipo. En el voleibol sentado sobresale Irán, formada por veteranos de la guerra con Irak (los países que sufrieron guerras son potencias paralímpicas). El reglamento obliga a que una parte del cuerpo, entre nalgas y hombro, debe tener contacto con el suelo cuando se golpea la pelota. Algunos jugadores, los que están en condiciones de hacerlo, se paran para celebrar el punto. Los atletas paralímpicos brillan en los mismos modernos estadios de los Bolt y compañía. Con tribunas igualmente colmadas (se vendieron 2,7 millones de boletos). Igual cobertura (unas cinco páginas diarias en la prensa y 150 horas de TV por Channel 4, que subió sus ratings). Similar potencial de patrocinio (estrellas que pueden pasar a ganar unos 100.000 dólares anuales, aún más que algunos campeones olímpicos) . Y mismos elogios (The Guardian se preguntó si Jonny Peacock, oro en los 100 metros y ovacionado por 80.000 personas en el estadio, debía recibir el tradicional premio de la BBC como mejor deportista británico del año, por encima de campeones como Andy Murray, Chris Hoy, o el ganador del Tour, Bradley Wiggins). No sucede lo mismo en todos los países claro (en Argentina, que cayó en las posiciones, los medallistas paralímpicos reciben igual premio y beca que los olímpicos). Inglaterra creó este movimiento en los Juegos de 1948. El deporte para recuperar a los soldados heridos en la Segunda Guerra Mundial fue idea de Ludwig Guttmann, un médico judío alemán que ya había visto podios "perfectos" en Berlín ?36. Eran los atletas de Hitler. Las dificultades para no hacer competir juntos a atletas con diferentes discapacidades, sin embargo, son un problema para los Paralímpicos. El atletismo tiene 15 carreras distintas de 100 metros. El sudafricano Oscar Pistorius, todo un símbolo, protesta contra su vencedor en los 200 metros, el brasileño Alan Fonteles, que perdió sus piernas a los 21 días de vida y que corrió hasta los 13 años con las mismas prótesis de madera que usaba para caminar, que le sacaban sangre y le producían fuertes dolores. Sus modernas prótesis, lo acusa ahora Pistorius, que luego se disculpa, son antirreglamentarias. Una paradoja, porque la tecnología permitió al sudafricano convertirse en Londres en el primer atleta olímpico doble amputado. La derrota de Pistorius confirma el crecimiento de los Paralímpicos. El 51 por ciento de los atletas de los 146 países que fueron a Pekín 2008 eran de nueve países. En Londres, esa proporción bajó a menos del 40. Los países fueron 164 y los atletas, 4200. Algunos se sienten en el paraíso. El pesista ghanés Charles Narh Teye, amputado en ambas piernas, todavía recuerda que en la escuela nadie se sentaba cerca suyo. Sus compañeritos temían contagiarse. La congoleña Dedeline Mibamba Kimbata, que durmió dos años en los pasillos de un hospital, esperando la silla comunitaria para ir al baño, conoció recién en Londres lo que era una silla de carrera. Las historias personales compiten en interés con la destreza deportiva. Lo compruebo al leer Sueños sin barreras, el libro presentado ayer en el Cenard por Carlos "Beto" Rodríguez, que superó pobreza y operaciones, y fue nueve veces campeón de la San Silvestre sobre su silla de ruedas. "¡Qué guapos! Aún en silla de ruedas", twittea Edwina Currie, ex ministro de Salud conservadora, al ver a los atletas paralímpicos italianos desfilando en la ceremonia inaugural. "¿Por qué no deberíamos decírselo? ¿No es eso igualdad?", responde a sus críticos. Los atletas británicos desfilan escondiendo el logo de Atos, una de las principales patrocinadoras de los Juegos de Londres. Silenciosamente, adhieren a las protestas contra la empresa, acusada de recortar los beneficios sociales a miles de ciudadanos británicos que sufren alguna discapacidad. En 2011 murieron más de mil personas que perdieron los beneficios. Algunos se suicidaron. Otros cayeron en la pobreza. Lo denuncia Disabled People Against Cuts (DPAC, algo así como "Personas con discapacidad contra los recortes"). En plena disputa de los Paralímpicos, sin hinchas y casi sin prensa, DPAC protesta en las oficinas centrales de Atos en Londres. "No hay nada útil para las personas con discapacidad en ser vistos como fuente de inspiración por su heroica superación y no como patéticos objetos de la caridad", escribe Dave King, de DPAC. Los Juegos Paralímpicos, cuestiona King, ensalzan a la tecnología con sus sillas veloces y sus prótesis ultralivianas y al modelo médico individualista que clasifica según categorías. "Igual que Atos, que sostenía que un enfermo terminal de cáncer estaba en condiciones de seguir trabajando y por eso no debía seguir recibiendo beneficios sociales". La "férrea determinación para tener éxito", elogia David Cameron a los atletas. El premier recibe abucheos en el Centro Acuático. No tantos como el ministro de Finanzas George Osborne. El rey de los recortes resiste con risa nerviosa. Recibe la mayor silbatina del Estadio Olímpico en unos Juegos que serán inolvidables. ...

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