viernes, 13 de junio de 2014

Jugar también es un derecho humano

El juego es fundamental para el desarrollo emocional, físico, intelectual y social de los niños. A través del juego los niños exploran el mundo, inventan, crean, desarrollan formas de pensar y se descubren a sí mismos. A medida que van creciendo y practican deportes desarrollan también habilidades sociales, descubren sus propias capacidades y pueden expresarse, además de interactuar con sus pares. No es lo mismo el juego activo que el pasivo, cada uno tiene sus funciones y potencialidades. Los juegos activos tienen beneficios sobre la salud presente y futura de los niños y permiten en general un desarrollo de las habilidades de comunicación, negociación y liderazgo, al posibilitar el trabajo en equipo. No obstante, no debemos ser alarmistas sobre la cantidad de horas que los chicos dedican a actividades pasivas porque éstas permiten desarrollar otras habilidades a los niños y adolescentes. ¿Por qué el juego está protegido por la Declaración de los Derechos del Niño? Porque constituye una base sólida para toda una vida de aprendizaje y permite alternar entre la educación y el ocio. El deporte y el juego fortalecen el organismo, reducen el estrés, mejoran la capacidad de aprendizaje y el rendimiento escolar, además de prevenir el consumo de tabaco y de otras sustancias. El juego además es una oportunidad para promover valores y reducir la violencia entre los niños. En la Convención sobre los Derechos del Niño, los Estados se comprometen a garantizar el derecho al juego y el esparcimiento y a ofrecer las oportunidades para que así suceda. En línea con la Convención, las leyes argentinas también garantizan el derecho al deporte y al juego recreativo y postulan la responsabilidad del Estado de establecer programas que garanticen este derecho considerando las particularidades de los niños con discapacidad. La autora es especialista en Protección de Derechos de Unicef

No hay comentarios: