lunes, 9 de junio de 2014

La inclusión no es ilusión

Faltan quince minutos para las 17 y la alegría que se percibe en la casona de French 2442 es tan notoria que puede palparse con los dedos. En una de sus salas, un grupo de jóvenes con distintas discapacidades intelectuales muestra su destreza con la arcilla y la pintura: conversan, se divierten, pero, como buenos artistas, no pierden la concentración en sus creaciones. "Éste es uno de los más de quince talleres que tenemos", explica con orgullo Marta Rizzi de Pons, de 64 años y una de las fundadoras de Cosechando Alegría. Según explica Marta, la misión de la organización se vincula con su nombre: "Buscamos cosechar alegría en los jóvenes y adultos que vienen a la fundación y en sus familias. Tratamos de que, a través de la sociabilización, la persona con discapacidad pueda descubrir todas sus posibilidades y potencialidades, tener una vida digna y ser feliz. Cuando uno se siente valorado y estimulado, florece. Aquí pasa lo mismo". Creada hace 25 años, el origen de Cosechando Alegría fue el desprendimiento de una necesidad concreta: el deseo de un grupo de madres de chicos con discapacidad intelectual de encontrar un espacio donde pudiesen tener catequesis. Entre esas mamás estaba Marta, catequista y cuyo primogénito, Tomás, hoy de 38 años, es discapacitado. Con la mira en la inclusión social y laboral, la fundación es como una familia, donde se busca dar una respuesta integral a las personas con discapacidad y su entorno. Marta hace hincapié en que el objetivo es la sociabilización de aquéllas, para que tengan amistades, desarrollen herramientas para su vida cotidiana y su futuro y sean felices. En la actualidad, más de 80 jóvenes y adultos (además de un incorporado grupo de niños), asisten a la variedad de talleres de la fundación. "El equipo entero tiene el mismo espíritu de amor para con quienes vienen a la fundación: se busca sacar lo mejor de cada uno", dice Marta. La catequesis continúa siendo una pata central de Cosechando Alegría: la casa en donde funciona pertenece a la Iglesia del Pilar, que les brinda, además, apoyo espiritual. Tres fines de semana al mes se hacen salidas recreativas con profesionales y voluntarios. "Tenemos por objetivo que los jóvenes aprendan a comunicarse, desde lo físico hasta lo verbal, y que logren la mayor independencia posible. Se les enseña a manejar dinero, a movilizarse solos, a higienizarse, a organizar encuentros de amigos, entre otras herramientas indispensables para la vida cotidiana", señala Marta. Y destaca el foco que se hace en la inclusión laboral. "Contamos con un taller de resoluciones laborales, que es muy importante", explica, y cuenta que su hijo, Tomás, trabaja en una librería. Para continuar creciendo, Cosechando Alegría realiza una fiesta anual a beneficio: la próxima será el 26 de junio. Quienes puedan colaborar participando de la misma, sumándose como voluntarios o haciendo una donación, llamar al (011) 4825-3870 o escribir a: info@cosechandoalegria.org

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