lunes, 17 de noviembre de 2008

La educación inclusiva, una materia pendiente en las escuelas del país (Diario La mañana del Neuquén)

Buenos Aires (NA) > Varias son las leyes que establecen, aunque con ciertas salvedades, la integración a escuelas comunes de niños y adolescentes con discapacidad, pero apenas algo más de 29 mil, de un total de 108 mil estudiantes con esas características, concurrieron en 2006 a las aulas regulares, según los últimos datos oficiales.
La inclusión de estudiantes con Necesidades Educativas Especiales (NEE) cobró impulso luego de la aparición del Principio de Normalización, de la Declaración de Salamanca, en 1994, de las conferencias brindadas por expertos locales e internacionales, y especialmente después de la sanción de la nueva Ley Nacional de Educación, de 2005.
Sin embargo, las postulaciones en el campo teórico no se condicen con lo que ocurre en la realidad de las aulas, pese a que se registran tibios avances, en comparación con la última década.
De hecho, muchos son los padres que terminan acudiendo a la Justicia para lograr que sus hijos estudien en el sistema educativo normal.
En buena parte de los casos, los jueces hacen lugar a la demanda, lo que representa un logro para los padres, aunque los niños terminan asistiendo a una escuela cuyos directivos los rechazan.
De acuerdo a las estadísticas de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa (Diniece), el 25,9 por ciento del total de la matrícula especial ingresó en 2006 a las aulas de gestión formal.
En números reales, mil estudiantes más se integraron a los salones de los establecimientos educativos comunes de todos los niveles; aunque otros 79 mil permanecieron bajo la enseñanza especial.
Nueve años atrás, 13 mil eran los alumnos con discapacidad que habían ingresado a los centros de enseñanza regulares, tanto de gestión pública como privada. Ese mismo año, cerca de 66 mil estudiantes asistieron a las escuelas especiales.

Cifras
Según la primera Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad (ENDI), realizada en el período 2002-2003, alrededor de 200 mil chicos de 5 a 14 años viven con algún tipo de discapacidad, mientras que los jóvenes de 15 a 29 años representan casi 260 mil.
Para ellos, existen casi 2.500 establecimientos educativos especiales, de los cuales 959 están abocados a la enseñanza inicial, 1.402 al nivel primario y sólo 87 imparten el nivel medio o secundario.
Asimismo, pese a que la Diniece no dispone de datos sobre la cantidad de establecimientos educativos de gestión formal que llevan adelante la modalidad de integración, sí cuenta con registros de las escuelas comunes que habilitaron dentro de su edificio un aula específicamente para atender a chicos con NEE.
Esto ocurre, en general, cuando la matrícula en una localidad no amerita la creación de un centro especial. En conjunto, constituyen 954 escuelas, de las cuales 765 pertenecen a la gestión estatal y las 189 restantes a las de gestión privada.
Organizaciones no Gubernamentales (ONG´s) y expertos en la temática aunque destacan el ligero aumento de la matrícula integral, afirman que la situación no se acrecienta por la existencia de una normativa ambigua, la diferenciación entre la carrera clásica de magisterio y la especial, y la escasez de recursos materiales.
«Si bien los principios de la integración escolar de alumnos con NEE tienen unánime aceptación nacional e internacional, lo que ha quedado explicitado a la hora de su implementación, es que se evidencian demoras, reticencias, falta de decisión y un sinnúmero de excusas», señaló el presidente de la Asociación Síndrome de Down de la Argentina (ASDRA), Raúl Quereilhac.
La escasez de profesionales especializados que realicen el trabajo de integración y den respuesta a la demanda configura otro de los principales reclamos del sector.
Para la presidenta de la Fundación para el Desarrollo Autónomo Laboral (Fundal), Stella Cañiza de Páez, este hecho tiene que ver con la manera en que se supone que debe actuar un equipo integrador.
Es decir, «la intensidad y frecuencia de la presencia del profesional en la sede de la escuela común, así como su misión y función».
Por otro lado, «la integración escolar no es obligatoria y, por ende, la aceptación queda librada a la intención de la escuela común. Ello obligó a muchos papás a presentar un recurso de amparo para que su hijo pudiera asistir a las escuelas. Además, hay un desconocimiento de la discapacidad en los establecimientos de gestión formal, existen barreras culturales, faltan proyectos concretos, capacitación a docentes y una normativa clara a nivel país que garantice la integración», reclamó la directora de la Fundación Discar, Marta Mendía.

Maestros especiales se oponen

Buenos Aires (NA) > Las reticencias para educar en la diversidad tienen varias vertientes pero encuentra a las propias escuelas que imparten la enseñanza especial su mayor oponente.
A esta conclusión arribó la tercera parte de un relevamiento desarrollado por la Fundación Par, en alianza con otras organizaciones sociales.
«La mayor resistencia en torno a la educación inclusiva se dio en el universo de la escuela especial. Nos costó entrar a cada establecimiento de este tipo para llevar adelante la encuesta. Una diferencia muy grande comparada con las escuelas comunes», resaltó Luciana Montero, coordinadora de la encuesta por parte de la Fundación Par.
El 80 por ciento los docentes de escuelas especiales porteñas cree que la mayor dificultad que enfrentan los alumnos con discapacidad dentro del aula común son las inadecuadas adaptaciones curriculares.

Exclusión y discriminación

Buenos Aires (NA) > La falta de herramientas para la inclusión al ámbito laboral luego de finalizada la escolaridad especial y la dificultad a la hora de integrarse con otros grupos sociales son los principales riesgos que genera transitar la infancia y adolescencia sólo por las aulas especiales, coinciden en alertar los expertos.
«Una persona hipoacúsica, por ejemplo, es alguien que tiene discapacidad pero que no afecta sus posibilidades de cognición. Sin embargo, relegarla a una escuela especial obstaculiza la posibilidad de acceder a una vida adulta autónoma y dificulta su capacidad para desenvolverse de forma satisfactoria en el ámbito laboral», consideró Marina Klemensiewicz, presidenta de la Comisión para la Plena Participación e Integración de las Personas con Necesidades Especiales (Copine), pertenenciente al gobierno porteño.
«Todos los chicos con necesidades educativas especiales deberían empezar sus estudios en la escuela común y luego determinar, por condiciones y riesgos personales que puedan correr, si es necesario que asistan a un colegio especial», opinó la coordinadora del área de Educación Especial del Ministerio de Educación Nacional, Ana Moyano.

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